miércoles, 29 de junio de 2011

EL SUEÑO

Como todas las noches, la princesa se dispuso a tomar sus aposentos para descansar después de un día dedicado a sus tareas diarias.
Estos días atrás habían sido días con altibajos; diferentes hechos habían hecho que la princesa pasara por momentos delicados, momentos de pesadumbre y desasosiego, pero felizmente superados por la siempre ayuda de su amado Príncipe.

Como cada noche y como un ritual, entro en su dormitorio encendiendo la "lamparita" situada sobre una mesita que se hallaba entre su cama y el ventanal que daba a los jardines del ala este del castillo.
La luz tenue de la "lamparita" reflejaba la sombra de su silueta en una de las pocas paredes desnudas que había en palacio. Nunca le gusto la forma ostentosa con la que muchos reyes y reinas adornaban sus castillos y ciertamente tanto su padre y como su madre gozaban de tal cualidad, pero ella siempre lo había odiado. La princesa preferia lo sencillo, lo simple, lo discreto y humilde, la belleza natural de las cosas.

La princesa se despojo de sus ropas depositándolas en un sillón situado debajo del ventanal. Y así, de pie y desnuda, observando su silueta en aquella pared, pensaba en su príncipe. Lo imaginaba observándola, espiándola, contemplándola, estudiándola. Lo imaginaba haciendo todo aquello que a ella le gustaba y la ponía tan ansiosa. Disfrutaba permaneciendo desnuda en la leve oscuridad de sus aposentos, se sentía libre y atada, sola y acompañada, nada y todo. Movía su cuerpo, balanceaba sus caderas, deslizaba sus brazos por su cuerpo, desplazaba su cabeza de manera que sentía su largos cabellos dorados rozando su espalda, sus hombros, paseando levemente por delante de sus pechos...le excitaba sobremanera ese dibujo y más aún notar la mirada profunda y penetrante de su Príncipe.

Esa noche no se puso el camisón blanco con el que solía vestirse para viajar por los senderos del sueño, esa noche quiso quedarse desnuda y hacer el viaje despojada de cualquier tela que le impidiese sentir la humedad de la noche. De esa manera, se alzo a su cama, tumbándose boca abajo, cabeza ladeada, extendiendo los brazos a lo largo de su cuerpo, separando sus piernas ligeramente dejando sutílmente su delicado sexo expuesto para que sólo el dueño de tan preciado tesoro pudiese poseerlo a su antojo durante su largo viaje, durante su profundo sueño.
Fijo en su mente la imagen de su Príncipe, cada gesto, cada rasgo, cada movimiento, cada palabra y no la abandono conscientemente hasta hallarse sumergida en el mundo de fantasía y ensueños en los que quedaba atrapada cada noche.
Con una dulzura exquisita en su rostro y una sonrisa dibujada en su apetitosa boca, la princesa comenzó su viaje, el viaje perfecto, el viaje soñado, el viaje deseado, ese viaje de la mano de su Señor el Príncipe Celta.

7 comentarios:

  1. La dulzura entre el erotismo le da un toque mágico a la historia.
    Deliciosas líneas, princesa.
    Besos tiernos.

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  2. ... el Príncipe gustaba de observar el sueño de su dormida princesa, observarla en silencio, disfrutar de su inerte belleza solo iluminada por la luz de la luna, protegiéndola de la oscuridad de la noche...

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  3. ... mas el Príncipe esbozó una irónica sonrisa al descubrir el lapsus cometido por su princesa cuando, presa de su nocturna obnubilación, relató cómo encendía la lamparita situada sobre una mesita. Quería decir la princesa, por supuesto, que prendía las velas de sebo del candelabro de bronce situado sobre la mesita. Jejeje

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  4. Bonito mundo el de los sueños, máxime si estas acompañada de tu señor...

    besitos princesita

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  5. Gracias Sweet, tu si que eres dulce. Un besote.

    Vamos a ver...mi querido Príncipe...sabes que a tu princesa le encanta sentirse observada, sentirse admirada por su Señor y ese estado de obnubilación mental transitoria (toma ya...) le hace decir o más bien escribir, como es el caso, cosas que ciertamente no se ajustan a la época en la que tu princesa desarrolla todos esos sentimientos. Yo me inclino más porque tu princesa es muy moderna y adelantada a su tiempo,jajajaja, total, por una lamparita del Ikea, de diseño preciosiiiiiiima que va a juego con el nórdico...jajajajaja.
    TQ mi Príncipe.
    Ahhhh, y me encanta que te rias...

    Si que lo es persea, soy una fanática de los sueños, soy una soñadora nata e indudablemente tengo la mejor compañia.
    Un besazo preciosa.

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  6. El limite donde los sueños se viven con tal intesidad que parecen reales, queda sin duda ese regusto de haberlo hecho, de aber vivido esa situacion en la distancia. Me gusta la frescura. Abrazos

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  7. Así es Daryus, aunque no dejan de ser sueños...

    Un besote.

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