La princesa siendo conocedora de su situación y entendiendo su malestar, fue presa de un deseo incontrolable de esperarle en su castillo para recibirlo como él se merece. Rauda y veloz, sabiendo que se aproxima la hora de su llegada, se dirigió hacia el castillo del Príncipe en su bello corcel blanco, regalo del Príncipe para que Su princesa acuda lo más veloz que pueda a los requerimientos de su Príncipe Celta.
Y así fue como llegó hasta el castillo, atravesó velozmente sus puertas y cruzó los pasillos que la llevaban a los aposentos del Príncipe. Se adentró cerrando la puerta tras de si. La princesa se despojó de su vestido, de toda su ropa, quedando desnuda completamente mientras pensaba en su Príncipe y en el momento en que la descubriese en su habitación.
La princesa se arrodilló frente a la puerta, en posición de espera, fijando su mirada en el suelo y cerrando los ojos con el fin de sentir más su espera.
Sintió como la puerta se abría, los pasos de su Príncipe, sintió la puerta cerrarse y los pasos de su Príncipe avanzar hasta ella. El Príncipe se inclino levemente sobre la princesa, y con la mano posada sobre su cabeza el susurro:
-así me gusta mi princesa...sorprendiendo y complaciendo a tu Príncipe
-¿de quien eres?
-Tuya mi Príncipe
-muy bien, y ahora dime... ¿a que has venido?
-soy consciente del día tan ajetreado que ha llevado hoy y quería aliviarlo
-ummmmm mi Princesa, me gusta y me complace mucho. Pues adelante, tienes mi permiso...
La princesa se levantó y se dirigió hacia la bañera situada en la habitación de su Príncipe y procedió a llenarla de agua caliente. Se acerco hasta el Príncipe, con la mirada baja, parándose frente a él y esperó...
El Príncipe le agarró la barbilla, obligándola a levantar levemente la cara y le dijo:
-mírame... La princesa lo miró, a lo que el Príncipe contestó...házlo...
La princesa comenzó a desnudarlo, lentamente hasta despojarlo de toda su ropa. Le cogió de la mano y lo condujo hasta la bañera, introduciéndolo dentro hasta que estuvo sentado y con su espalda reposando en un lateral de la bañera. Con sus manos comenzó a mojar su pecho, sus hombros, sus brazos, su cabeza, su cara...deslizó suavemente la esponja por todo su cuerpo, recreándose en cada rincón del cuerpo de su Príncipe...y el tiempo pasaba entre caricias, roces, toques...sintiéndose la princesa orgullosa de pertenecer a su Príncipe y feliz de proporcionarle esa paz y tranquilidad que solo ella comprendía.
Hasta que el Príncipe poco a poco fue cerrando sus ojos, fue abandonándose hacia su sueño, hacia el descanso que necesitaba, sintiéndose poseedor de su princesa, de sus caricias, de toda ella, con la seguridad de que le pertenecía, porque así lo sentía, así lo sentía en su cercanía...
Y así fue raptado por el sueño mientras su princesa lo miraba, lo observaba, lo vigilaba, cuidando su descanso, cuidando su sueño, cuidando que nada le molestara...cogió su mano, acercándola hacia sus labios, besándola y pronunciando...
-descansa mi Príncipe, que tu princesa hoy te cuidará...