viernes, 13 de mayo de 2011

El collar de su princesa

Encaminose el Príncipe Celta a lo más profundo del bosque que tan bien conocía, feliz, pletórico, sintiéndose al fin Príncipe, sintiéndose poderoso y fuerte al saber que su princesa era suya, totalmente suya. Detúvose ante un viejo roble y agachose para desenterrar una vetusta caja de madera, abrió la caja y lentamente desenvolvió la tela de lino que protegía su espada, tanto tiempo voluntariamente guardada por no tener el Príncipe el poder en su mano y, como es bien sabido, no sería digno de un Príncipe, portar su espada sin poseer el poder de usarla. Mas ese poder ya lo tenía ahora, el Príncipe nuevamente era poderoso y dominante. Sujetó con fuerza la empuñadura de su espada, tensáronse los músculos de su diestro brazo y sin soltar su espada, tomó el pañuelo que se hallaba depositado junto a su espada en aquella caja de madera y lo abrió para liberar numerosas piedras que guardaba.
Sentose el Príncipe al pie del viejo roble y aunando fuerza, habilidad y paciencia, poco a poco, meticulosamente, talló aquellas piedras con el filo de su poderosa espada, una a una y en un hilo de puro lino las engarzó hasta formar un collar con ellas.
Aquella misma tarde acudió al encuentro de su entregada princesa, al verle, ésta se arrodilló ante él, bajó la mirada con sumiso gesto, ante lo que el Príncipe, sin mediar palabra, colocó la punta de su espada en la garganta de la princesa y con un preciso y suave movimiento le obligó a levantar la cabeza. Sentíase la princesa entregada, dominada, sentía el filo de la espada en su piel, sabiendo que su vida estaba en aquel instante en manos del Príncipe, mas permanecía tranquila, confiando plenamente en él.
Entonces el Príncipe le preguntó: “¿ decidme, de quién sois ?” y ella sin dudarlo, con firmeza respondió “Vuestra mi Príncipe, solo vuestra mi Amo”.
El Príncipe le indicó que se desnudara y ella obedeció sin dudarlo.
Ante la reafirmación de su entrega, el Príncipe le habló, embargado por el sentimiento, ante la estampa de su princesa, arrodillada, desnuda y con la mirada baja.
“ Durante largo tiempo, mientras destrozabas tus pies en las pedregosas tierras mediterráneas colmándome de sufrimiento, con tristeza me dediqué a recoger las piedras que encontraba por mis tierras, con el fin de que el día que decidieras en ellas quedarte, pudieras caminar segura y descalza. Esas piedras, simbolizan el largo esfuerzo y sufrimiento que he pasado hasta lograr tu entrega, por ello celosamente las he guardado junto con mi espada hasta el día de hoy. Hoy mismo las he recuperado de su cautiverio y una a una las he tallado hasta formar este collar, que será símbolo de tu entrega a partir de estos momentos ”
El Príncipe puso el collar en las palmas de sus manos extendidas y con firme voz le ordenó que extendiera su lengua, arqueando la punta hacia arriba y colgara el collar de ella. Su princesa obedeció sin dudar, la postura comenzó a estremecerla... a excitarla, sintiéndose arrodillada, desnuda, con la mirada baja y el collar sobre su lengua y sobre todo sintiendo la dominación del Príncipe sobre ella, mientras le decía que aquella boca y aquella lengua eran ahora suyas y que jamás debían mentirle o hablar deshonestamente, que siempre que hablara o su boca o lengua usara, debía sentir al Príncipe, simbolizado por ese collar, en ellas.
La princesa se sentía excitada por la dominación que el Príncipe ejercía sobre ella, cada vez más excitada, sentía como comenzaba a humedecerse sin poder evitarlo y más aún se sintió cuando el Príncipe le ordenó colocar el collar sobre sus lechosos pechos, sintió que sus pezones se mantenían erectos al roce de las piedras del collar sobre ellos, mientras el Príncipe le decía que sintiera que los pechos que el collar rozaban, eran ahora suyos también.
La princesa comenzó entonces a mojar sin control, a mojarse y excitarse intensamente, con la sensual voz del Príncipe llenándola, parecía que no podía dejar de restregar el collar por su cuerpo, por su piel, sintiendo cada piedrecilla, sintiendo al Príncipe en ella, en su cuerpo, sin poder evitar que se le escapara un gemido cada vez que las piedras rozaban sus erectos pezones.
El Príncipe entonces le ordenó que pasara el collar por su sexo, se lo ordenó en el preciso instante que su princesa, extasiada, más lo deseaba y por tanto ansiosa obedeció, sintiendo el collar íntimamente, sintiendo como cada piedrecilla estimulaba la fina piel de su húmeda intimidad, mientras el Príncipe le decía que así deseaba que le sintiera a él mismo, en esa misma intimidad. Su princesa sentía la dominación del Príncipe en su cuerpo y en su mente, sentíase extasiada, mientras en su mano sentía el ya mojado collar que mantenía oprimido contra su sexo.
Dejó el Príncipe que su princesa gozara unos minutos en silencio de aquellas intensas sensaciones, tras las que le conminó a ponerse el collar. Ella obedeció gustosa y muy despacio colocó el collar en su cuello, sintiendo como la rodeaba, sintiéndose totalmente entregada y dominada, sintiéndose plena y sumisa.

3 comentarios:

  1. ummmmmm, si que me gusta, si...el principe sabe expresar muy bien el sentir de la princesa.

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  2. Cuanta entrega se ve en esta entrada, me ha emocionado leerla y releerla...

    Eres una autentica Princesa digna de tu Principe, disfrutalo al máximo porque es algo único.

    Besitos Princesita

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  3. Gracias Persea por tu comentario. Encantada de que sigas nuestra historia.

    Besos de esta princesa.

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