martes, 19 de abril de 2011

De La a Su en un día

Varios días de ficticia calma transcurrieron para la Princesa, sintiose más tranquila la Princesa, mas en extraña situación conversaba con los dos Príncipes, en tenso sosiego con ambos por muy distintas circunstancias y tenso, aunque sosiego, sin duda era, pues tras la aparente calma, escondíanse íntimos y diferentes sentimientos por los dos, incompatibles, inalcanzables, infranqueables, intensos, nostálgicos, bellos, profundos... quizás no tan diferentes... 
Tres espinas tenía clavadas la Princesa, dos en el corazón, una de ellas la asumía cada vez más clavada e imposible de liberar por inalcanzable y la otra, aunque semejaba no ser inalcanzable, si dificil de quitar, pues del mismo espino era que la que tenía clavada en la conciencia, profunda y dolorosa. 
Deseaba la Princesa quitar esta espina en su conciencia, lo deseaba con todas sus fuerzas, sabía que debía recorrer el largo, complicado y abrupto camino de la honestidad para conseguirlo, mas también sabía que la recompensa sería deseadamente inmensa. 
Se sentía la Princesa nuevamente atormentada por la balanza que medía sus eternos y contradictorios sentimientos, cuando, inesperadamente, una blanca paloma le sobrevoló, inquietándola súbitamente hasta que comprobó que una fina hoja de papel se balanceaba lentamente en el aire, era un mensaje del Príncipe Celta que asi decía: “He ordenado a la blanca paloma que volara rauda y no cesara hasta encontrar al más bello ser que pudiera divisar en su vuelo, al cual debiera entregar esta nota como muestra de mi incesante recuerdo e intenso deseo por Vos”. 
Y posose suavemente el mensaje en la balanza de la Princesa, inclinándola leve, pero decisivamente, haciéndo hervir de nuevo la lava de sus sentimientos. 
Y descalza corrió la Princesa, presa de desatada energía y cruzando verdes campos e inhóspitos bosques al encuentro del Príncipe Celta, al que sabía que con certeza estaría esperándola, como siempre así había sido en todas las circunstancias. Sin mediar palabra sumisamente arrodillose y con honesta humildad, a plena luz del día, pidió perdón al Príncipe a la vez que con el más profundo e intenso sentimiento se entregó a él como muestra de que, esta vez si, sentía muy adentro que era suya, enteramente suya... Su Princesa.

3 comentarios:

  1. Precioso, no sabes como te entiendo!

    Un besito princesita

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  2. Gracias a el principe Celta, que es el autor y él si que me entiende bien y lo expresa muy bien, bueno, debería decir a la princesa, entiende a la princesa, jaja, aunque poca diferencia hay entre ella y yo.

    Un beso.

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  3. Gracias a persea y Princesa por vuestros comentarios. Me alegro que os haya gustado.

    Y especialmente para LaPrincesa: me alegro mucho que te sientas tan identificada con La Princesa como si casi fuérais la misma.

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