martes, 5 de abril de 2011

La princesa se arrodilla sumisamente y continúa dando fuerza al Príncipe

Nuevamente la Princesa acudió un día más a su cita con su príncipe Celta, salió de palacio, rauda recorrió la distancia que le separa del lugar donde se halla enterrado. Pero ahora la Princesa toma el atajo del bosque, para antes acudir y no entretenerse con atrayentes villanos, que otrora la acechaban y por los que ya no muestra el más mínimo interés. La Princesa, al llegar al lugar del enterramiento, arrodíllase sobre la yerma tierra, permitiendo a sus nobles posaderas descansar suavemente sobre la tierra entre sus piernas, en una postura claramente sumisa. Es entonces cuando escribe, con la mirada baja, bonitas y sentidas palabras con su dedo sobre la tierra. El Príncipe, con la enorme sensibilidad que le da su enterramiento, percibe en la tierra las leves vibraciones de la escritura de la Princesa, interpretando sus palabras, que una vez más le llenan de emoción y sentimiento, haciendo que afloren de nuevo sus lágrimas, que cada vez oradan un mayor hueco al lavar la tierra que le sepulta, permitiéndole sobrevivir sintiendo que la Princesa, con sus actos, desea con toda su alma, continuar ampliándole ese espacio vital que añora. La Princesa se siente muy cómoda, feliz, relajada, la sumisa postura le agrada y le transporta a íntimas sensaciones pasadas... siente la tierra íntimamente, con intensidad y la disfruta, de momento, en soledad...

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